Pensé (o sentí) que era inmortal.
Todos te lo dicen cuando eres bien joven.
Pero esto de estar al límite no lo conocía, o más bien sí, pero no pensé que podía pasar de nuevo.
Mis riñones. "Es el miedo", me dicen quiénes creen en la medicina oriental.
"Nací jodía'" pienso yo, jeje.
No sé, una parte de mí, bien oculta, no quiere morir tan vieja.
Ando con ganas de abrir el corazón un poquito hoy.
Pero tampoco tan joven, no exageremos.
Sí, he tenido miedo. Mucho. Aún hoy lo tengo. Es una emoción recurrente. Estoy trabajándola.
Pocos me dicen que estará todo bien. Me aferro a lo que va trayendo la vida, y a mí misma. A la caricia que me doy antes de renacer, y antes de dormir. A transformar mi voz interna en una más amable.
Como cuando me ducho, me esfuerzo en acariciarme suave y no hacerme daño, que es mi tendencia normal.
Me concentro en el ritmo y fluir que trae el vivir, el proceso, el movimiento. Ansío.
