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Es devastadora la crianza cuando no te enseñan (de verdad) a amarte a ti mism@.

Siempre queremos (quiero) parecer invulnerable.

Pero ya no puedo.
Me duele tanto el corazón. Me ha dolido durante TANTOS años.
He llorado tantas lágrimas que no sé de dónde sale más agua.

"Es todo lo que tengo... por favor cuídame".
"Debajo de esa víscera que algunos llaman personalidad"
"Que no soy reversible,
Y no salgo nunca"

Cuando te miré a los ojos. Desnuda. Sudada. Llena de ti. Y te agarré la nuca. Y te susurré al oído. -Oye- Y tú me entendiste sin palabras. Levantaste la cabeza, los ojos, las pestañas negras. -M?- Te miré a los ojos negros. Tú a los míos cafés. Algo (alguien) me dijo que ése era el momento.
- ... Te qui- Bajaste tus párpados escondiendo esas dos esferas oscuras. - ero.- Como si oír aquello te hubiese dolido. Como si hubieses sentido ganas de esconderte. Como si te hubiese llegado tan hondo que te atravesó. Como si te hubiese dado miedo, porque una vez me dijiste que sentías que no me merecías. Bajaste la cabeza, los ojos, las pestañas negras. Te sumergiste entre mi cuello y mi clavícula derecha. Y esta vez me susurraste tú al oído. - Yo también - Y sujetaste mi cabeza fuerte, como abrazándola.

Ahora no importa si es mentira, porque probablemente lo es, como casi todo en este mundo. Pero la belleza que absorbí de tus ojos tímidos me la quedo.

Mi cuerpo no es un instrumento. Es un cofre dorado en el que puedo elaborar sueños, crear universos blancos.
Y ya no me van a convencer de lo contrario.