6.8.19
Libros caóticos
He estado en una encrucijada, a través de la encrucijada de alguien más.
Y me ha sorprendido mi calma, casi resignación ante los hechos, pues comprendo que el amor (de verdad) contempla libertad. Y también decisiones, constantes, que reafirmen o debiliten ese amor y compromiso.
La calma en la micro, la calma al trabajar.
El trabajo, por dios. Jamás pensé llegar aquí. Estoy orgullosa de mí misma.
Y fui cortante cuando tuve que serlo.
Las experiencias más dolorosas no pasan en vano, de eso puedo dar cuenta de manera súper seria.
Libera este corazón.
Y lo que más deseo ahora es sentarme a tomar té y conversar.
El círculo de la autodestrucción parece estarse transformando en uno virtuoso.
Mi ansiedad disminuye, mi vida se ve como un continuo con sentido.
Y me encuentro sentada frente a una ventana abierta dándome frescor y calor primaveral.
Observo como el viento mueve la hierba, cada onda es un aprendizaje y una oportunidad.
Nunca alguien había hecho algo así por mí.
Siempre lo mereciste. Lamento que nadie lo haya hecho.
Parece que no te han tratado muy bien. Es que ni te imaginas.
El bálsamo curativo de la bondad de los seres humanos. De la amistad y la entrega.
El perdón que vino a salvarme la vida.
El cómo el amor fraternal y tranquilo sobrepasa todos los límites de mis errores.
Me sentí y siento ahora mismo mejor preparada para pedir perdón. Pero también, y no menos importante, para perdonarme a mí misma. Porque me di cuenta de que la culpa era demasiado pesada en mí, y yo la he alimentado salvajemente.
Las líneas como surcos. Las arrugas que comienzan a asomar. Los ojos de un atardecer tibio.
El erotismo renaciendo en mi cuerpo frío.
Los clichés masculinos que me atraen.
Un balcón tranquilo desde donde mirarnos-mirando las montañas.
Sintiendo el viento. Hablándome de los caminos de luz, de los extraterrestres y de cómo los patrones familiares más dañinos nos marcan, sí, pero no nos definen.
En algún momento miramos al cielo, hace 21 años.
Y que no importaba el desenlace, yo estaría bien. Si esa noche no me hubieses observado silenciosamente. Si esa noche tus pies te hubiesen llevado a otro destino.
La vida se hace mientras la vives. Sip, de verdad se hace el camino al andar.
25.7.19
Las aventuras de una escorpión ascendente piscis - Un momento de claridad en las tinieblas
Una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez.
Enredándonos, sintiéndonos, los unos a los otros, las unas a los otros.
Siendo más joven creía que, rogando y aferrándome lo suficiente, los momentos maravillosos, aquellas escenas llenas de amor, inundadas de cariño, de alegría, de brillo... no pasarían. Pensaba que sufriendo por su ausencia, las viviría de nuevo.
He comenzado a entender que todo lo que tenemos son momentos. Breves, pero muy luminosos, que nos recuerdan el verdadero valor de la vida, de este proceso a veces caótico que nos permite aprender tanto.
Momentos, espacios que duran parpadeos, que nos hablan de lo eterno, de lo infinito del universo (o de los universos). Momentos en los cuales somos inmortales a través del amor en todo su amplio espectro de expresiones.
Cuando yo quería retener las grandes alegrías, e inclusive los grandes momentos de lucidéz, la vida me mostró, una y otra vez su verdadera naturaleza: todo cambiaría, todo se movería.
"Me gustaría quedarme estática aquí, entre tus brazos, pero siempre las cosas se mueven y se mueven y se mueven"
Porque lo único seguro es el cambio. Porque está en la naturaleza de la energía transformarse, sin destruirse.
Y me pasa siempre que cuando comienzo a acostumbrarme a algo, ese algo se dinamiza, cambia, o cambio yo y lo veo desde otra perspectiva.
Supongo que gran parte de madurar se trata de abrazar este cambio, de saber llevar aquel zigzageo entre la alegría y la tristeza, la angustia y la calma, el dolor y el placer. O de fluir entre la luz y la oscuridad, en aquella gran onda que alterna lo oculto con lo visible cada cierta cantidad de tiempo.
"Como la rueda de la fortuna"
Esta toma de conciencia acerca de la imposibilidad de "atrapar" los momentos hermosos, me ha significado también dejar de lado el deseo de "controlar" mucho lo que sucede en mi propia vida. Si todo es un movimiento constante, en muchas direcciones (como una gran red, de una complejidad tan abismante que no puedo graficar con palabras ni con dibujos sus flujos, direcciones, sentidos, significados, equilibrios, etc.), entonces querer controlarlo es perder tiempo y energía.
No creo que mis acciones no tengan repercusiones en todo esto, es solo que no creo tener un papel gravitante en el gran mapa del universo. (Qué raro se nos hace a los humanos sentir esto no? especialmente a algunos hombres de la historia... y a algunos que conozco.) Mi voluntad no puede detener el movimiento y el cambio que le es inherente.
De hecho, siento que debería comprenderlo al revés: tengo la posibilidad de, mediante este constante movimiento, otorgarle un significado profundo, y un anhelo tremendo a una acción tan simple como ser abrazada por otro ser humano. O tener a un gato desconocido durmiendo en mi falda en mitad de la noche, y en mitad de la calle.
Porque por simple o trillado que suene, se necesita sentir dolor para poder sentir placer, hay que sufrir para poder estar dichoso, hay que estar viva para morir.
O hay que no-ser-abrazada para poder sentirme infinita en los brazos de alguien amado. El abrazo no sería abrazo si hubiésemos nacido abrazados.
Esta alternancia me lleva a pensar también en que, tal como escuché por ahí, el único camino para sanar un gran dolor es a través de él. No se puede evadir, pues eso no es superarlo. Hacer maniobras evasivas es hacer oídos sordos a su presencia, que estará siempre penando.
Atravesarlo, y vivirlo, permite conocerlo, y tal vez comprenderlo. Y así ir construyendo sanación a las heridas. Es que hay situaciones que hay que vivir, cosas que tienen que pasarte para extraer lecciones importantes.
El dolor, así, podrá traer consuelo. Y de esa forma moverse, transformarse.
Creo que de eso se trata (arriesgando simplificar mucho) la verdadera antiquísima alquimia.
La vida entonces ya no sería un conjunto de objetivos que se van cumpliendo con el pasar de los años, como en una lista donde chequeas logros y te angustias por las tareas incumplidas, sino un grandioso y mutable proceso lleno de luces, de espirales y de curvas. Un proceso multiforme que es único para cada ser, y que alguna manera nos conecta.
Como aquel hombre sencillo y sabio le escribió al rey en su anillo: "Esto también pasará".
(Escrito en algún momento del 2018, cuando hacía frío)
13.7.19
Eclipse
El otro día me di cuenta de algo que probablemente ocurre en todos los edificios de departamentos enanos que llenan esta ciudad y no cesan de construir las inmobiliarias del mal.
Porque conozco muy bien los edificios de este tipo.
Pienso que todos estos edificios cuentan con al menos un hombre oficinista joven pero venido a viejo, de camisa celeste y pantalones crema o negros, zapatos de vestir, barba leve y lentes de marco negro grueso.
Machista no asumido, que escucha jazz a veces y ve porno en su soledad. (pero sigue pensando que no es machista).
Es el hombre que cuando se mueve a través del edificio, te ve y no te saluda, aunque lo mires a los ojos y le sonrías.
(Escrito en Agosto del 2018)
11.6.19
El juego de voces
Va una y otra vez sonando, aquella campana que ordena mis acciones, mis acontecimientos. Las llamas arden y el cuerpo habla. Marte te calienta los labios y quieres besar toda la integridad que tiene.
Avanza la piel de gallina,va poblando tu piel de cosquillas. Un temblor fresco te camina por la espalda y despierta tu sed. El secreto de los deseos siempre oculto, siempre profundo, se revela ante tu cuerpo.
Sientes el aire rozándote los pies, las manos, ese espacio de brisa que no alcanza a cubrir tu polera y da sensaciones a tu cintura.
Sientes tus caderas oscilando, las piernas temblando, tus rodillas juntas se presionan y son un eco del calor del centro.
Venus te florece y tu exhalación se vuelve una inquietud en mi vientre.
Es casi un dolor. El deseo intenso se sufre en riquísima agonía.
Las cuerdas imitan mis sonidos. La luna se llena en tus manos. Y mi sentir se enciende, mi pecho es antorcha.
Las mareas oceánicas no pueden ser llevadas por el fuego
Pero la luna en tus manos arde.
Y mi planeta solitario desea.
Y la órbita de Neptuno
ya no permite verlo desde la tierra.
28.5.19
Regidos por Neptuno ♆
Nota mental: (y ahora no solo mental)
Dejar de autodestruirme emocionalmente.
Hablarme bien, que soy bacán, no soy basura.
Buscar ayuda. ¿?
No sé, no sé, no sé.
¿Amo, de cierta forma, el caos?
¿Este anhelo es acaso mío o del mundo?
¿Por qué busco razones para amarrarme si en mi caso particular podría servirme mucho la libertad, onda, de manera práctica?
¿A las palabras se las lleva el viento?
¿Qué cosa me gusta de verdad?
¿A quién debo lealtad de verdad? ¿Solo a mí misma?
Me muero de ganas de bailar, en privado y en público.
Esto de abandonar casi por completo el alcohol es hermoso, pero ¿y el baile?
¿Y ahora que estoy casi a punto de lograr algo importante y que me costó tanto?
¿Está esa auto amenaza de muerte todavía cerca de mí?
¿Soy demasiado, un exceso emocionalmente? Como dice la hermosa Bjork :( y Lorde. (Que (no) coincidencia que ambas tengan a Escorpión fuerte astrológicamente hablando)
Nota mental: El frío me deprime.
No, el frío dentro de las casas me deprime.
Cuando está calientito adentro y frío afuera es maravilloso.
¿Dónde está mi futuro?
El presente no está mal. Me estoy recuperando.
¿Mi libertad daña a los demás?
¿Cómo me explico a mí misma que me he dejado dominar de manera absurda?
¿Se trata todo de liberarme y por fin recuperar a algunos seres que amo?
¿Qué hago?
Esta es la parte en la que me falta tierra y aire.
Y en que estoy sola.
"Afirmémonos que el avión se va a caer"
¿Qué cosa no te puedes morir sin haber hecho?
17.5.19
Sobre cómo los sueños lejanos a la realidad me alegran los días más grises.
Anteanoche (por ahí por el 15 de mayo) soñé que me pedían matrimonio. Con un anillo plateado de acero, medio cuadrado, grande, con piedritas brillantes. Parecía de fantasía pero no estaba segura, recuerdo que lo dudaba en el sueño pero no quería preguntar, encontraba placer en no saber y en dudar mientras observaba al hombre que me lo había entregado. Él (dejémoslo ahí en el anonimato, aunque tiene rostro, nombre y apellidos) parecía tan contento, alternando entre estar semi-abrazado a mí y tomándome de la mano balanceándolas como jugueteando, como se toman la mano los niños. Él reía mientras nos rodeaban un montón de amigos y conocidos felicitándonos. Sentía la emoción en él. Yo también lo estaba, me costaba creer que estaba ocurriendo.
Si no recuerdo mal, nunca-nunca había soñado que me pedían matrimonio. He tenido sueños románticos muchas veces, súper amorosos, bien simbólicos. Besos a orillas de acantilados que dan al mar, estar en una casa con hijos con alguien, compartiendo. Pero no una proposición de matrimonio de esa forma tan nítida, tan clara y tan recordable. Los sueños no suelen ser así, por eso me llamó más al atención.
Tenía dos anillos en un momento, pero solo me habían entregado uno. Uno tenía apariencia muy brillante y ostentosa, y el otro estaba más bien roído. Eso me desconcertó.
Supongo que vale la pena aclarar que yo no soy una mujer cuyo sueño es casarse, no ha sido algo que ha marcado mi vida ni mis deseos profundos. Ni mis decisiones, claramente. Yo sí anhelo unión, fusión a un nivel poco convencional, pero nunca he sido aspirante fervorosa de esas instituciones tan fuertes de la cosmovisión occidental. Porque las encuentro clichés y a veces forzadas para como es de complejo todo en realidad. Claro que hay algo hermoso en casarse para mí, después de todo fui criada en este país y tengo corazóncito, pero no en la "imagen" de casarse. Por eso esto se me hace más extraño.
El sueño comienza cuando entré a una habitación donde había una mesa larga, parecían estar cenando. Estaba lleno de gente que yo ubicaba al menos un poco. Era como una terraza/habitación de casona antigua de paredes blancas.
Este hombre me adelantaba por la izquierda y me interrumpía el paso. En ese momento lo reconocí. Dije/pensé su nombre, es que en los sueños como que todo es telepático. Lo pronuncié con sorpresa. Estaba feliz de verlo. Sentí que nos dimos un abrazo, pero invisible.
Se arrodillaba sobre una de sus piernas y sacaba un porta-anillo de alguna parte. Supe que habló, que salió la petición de sus labios pero no la oí.
Me afectaba notablemente la proposición. Me sobresaltaba, asustaba y sorprendía. Los espectadores de la mesa de al lado reaccionaban emocionados. Yo me alejaba, empezaba a decir algo así como "no entiendes, no puedo hacerlo", dejando entrever que mi deseo era aceptar, pero alguna situación no me lo permitía. Sintiendo la presión de todo el público presente, también. Cuando me alejaba el escenario se volvía grisáceo y el tiempo parecía hacerse mucho más lento. El grupo de personas se veía atemorizante.
Volvía a mirarlo. Seguía ahí arrodillado, expectante, valiente, con el corazón abierto como pocas veces lo vi. Me invadía una sensación súper agradable de "¿Y por qué no? No pasa nada". De mi boca salió un incontrolable "Bueno... sí, sí quiero" y se me entibió el pecho.
Me ponía el anillo con su ayuda, lo miraba con atención y el mundo comenzaba a girar. Todo se volvía mucho más rápido. En algún momento nos abrazamos y besamos sin que me diera cuenta, y la gente se congregó a nuestro alrededor.
Cuando el tiempo volvía a su curso "normal" él se veía emocionado y triunfante, siendo saludado por todo el mundo. Me invadió su emoción, como siempre. Como describí al principio de este relato. Y su abrazo me confortaba. Todos los colores de la escena eran cálidos. Brindábamos con espumante y otras cosas, bien decente pero también familiar.
Después el sueño se transformaba. Iba con este sujeto a un cerro pequeño, bien verde, había bosque alrededor. Esta escena era como un recuerdo que se entrometía en la escena anterior, a la que después volvíamos; El mismo salón/terraza blanco ahora tenía un clóset de madera, como sesentero.
Él, con una actitud natural y despreocupada que me atraía mucho (al parecer el viaje a la escena anterior había sido más mío que de él) guardaba una mochila verde opaco que tenía un parche, que yo sentía era como un "símbolo de él", de su yo del pasado, cuando estaba en la media. Ese símbolo estaba ocultando otro debajo, como cosido a la mala, pero no alcanzaba a averiguar cómo era. Solo vi que tenía rojo, y me evocaba algo como de tribu urbana.
El clóset tenía un montón de hojas, textos, libros y cartulinas enrolladas juntas. Tenían tonos verdes. Parecía todo haber estado guardado un buen tiempo ahí. Yo quedaba como ensimismada observando todos esos documentos y objetos, tratando de resolver qué eran o qué hacían ahí.
Él, con la sensibilidad que según yo le caracteriza, se daba cuenta de mis cuestionamientos e interrumpía amablemente mi concentración. "Son cosas con las que he trabajado", dijo (más o menos). "Ah" me limité a decir, seria. Esperando que también intuyera que estaba agradada por su atención, muy agradada.
Entonces él cerraba la puerta del mueble, luego daba unos pasos por el lugar, se volteaba hacia mí (el piso era de madera y crujía con sus pasos), inclinaba un poco su cabeza hacia su izquierda (mi derecha) y se quedaba con los brazos y las manos levemente extendidas, dando la impresión de "¿Y ahora?". Sentía que estaba mi familia alrededor observándolo y juzgándolo. El aflojaba los gestos que había hecho y se quedaba quieto.
Uno por uno y por separado, mi papá, mi hermana y mi mamá se ponían de frente a mí y me palabreaban: "¿Cómo se te ocurre?" "¿Con él, en serio?" "¿Por qué?", entre otras preguntas inquisidoras. Yo respondía con una convicción firme: "Sí, con él ¿ y qué?" y frases por el estilo.
Eso es más o menos todo lo que recuerdo. Que gusto que me acordaba de varios detalles aunque han pasado un par de días. Me gustan mucho mis sueños, especialmente cuando son tan claros. Es bacán releerlos después.
La escena del bosque es larga también, pero no tengo muchas ganas de escribirla hoy, porque tengo que seguir trabajando y esta fue mi pausa pre almuerzo.
Puedo decir que fue nocturna, que había motoristas, una industria en el bosque y una trampa.
No estoy acostumbrada a contar cosas así con detalles aquí, pero bueno, que esta es la era de las comunicaciones y google ya nos tiene toos espiaos', así que qué tanto.
Mando cariño,
Saluditos.
6.5.19
La casa 9
¿Qué se necesita para que una pareja prospere?
Acaso una paciencia inagotable para todas las peripecias que no nos gusten cuando el tiempo avanza.
Porque muchos de nosotros vivimos bajo la costumbre de ceder hasta que reventamos porque caemos en cuenta de que tenemos la necesidad de seguir nuestros mandatos internos, de hacer lo que nosotros queremos. Al menos de tanto en tanto.
¿Se necesita una paciencia casi infinita, para todas las cosas que el otro ser humano haga distintas a nosotros? porque podemos terminar viendo a ese ser humano todos los días, y seguido.
¿Es eso lo que salva a una relación?
O es más el fluir interminable de la comunicación en varios niveles: emocional, físico, intelectual. La comunicación es algo frágil. Si es que realmente es indispensable para que dos personas se mantengan unidas y se amen, es una tarea bastante exigente.
Porque nuestras maneras emocionales a veces no solo tienen estándares irreales, sino que agrupan un montón de traumas y de heridas abiertas y cicatrices heredadas de la infancia y de otras parejas que se hayan tenido. O de personas que no fueron tan pareja, pero se relacionaron íntimamente con nosotros.
Y nuestra sexualidad y afectividad es un universo. Basta solo una mirada extraña, una reacción equívoca y el mundo ardiente y erótico puede empezar a desmoronarse entre dos personas. Especialmente en una sociedad como esta que exige a los hombres ser máquinas de penetración interminable y a las mujeres ser meros agujeros para esa penetración. Esas exigencias, cuando no están trabajadas en una misma (o uno mismo) nos vuelven absolutamente frágiles ante cualquier imprevisto o dificultad.
Y lo intelectual, ay. Que es inseparable de las otras dos áreas anteriores, pero hay quienes insisten en creer que son poseedores de una división especial que hace que sus cerebros sean más "racionales", y que entonces no se permean tanto de emociones al compartir ideas. Puras falacias oe, déntrense.
A veces los desacuerdos que parecen ser ideológicos, políticos o científicos dentro de las parejas son parte de una onda expansiva que empezó a liberar energía cuando algo de lo que hizo el otro nos hirió tan profundo o nos dejó tan perplejos que el efecto completo aún no puede liberarse de manera tranquila, así que sale con la excusa de ser un desacuerdo mental.
Y bueno, sí, que hay a veces discusiones de ideas. Creo que sí.
Volviendo al tema: para que prospere una pareja ¿qué más se necesita?
Verse, vale. ¿o no?
Quizás realizar un mínimo de actividades juntos, que estimule la comunicación y el relajarse juntos.
¿Tener gustos parecidos es algo indispensable?
¿Ver o no televisión, gustar o no de ciertos programas (televisivos o de radio) en especial, escuchar música similar, tener estilos estéticos similares, gustar de las mismas comidas o los mismos pasatiempos?
¿Tener un objetivo de vida más o menos similar, para sentir que se está remando en dirección conjunta? ¿Trabajar en áreas parecidas?
En eso ando pensando, en si de verdad es importante tener muchas cosas en común con la personas que sea que se esté en pareja.
Agregando que me da la impresión de que mientras una más crece, más se rigidizan nuestras rutinas, más seguras estamos de lo que nos gusta y lo que no, y menos dispuestas estamos a cederlo. Por lo que entiendo que cada vez es más difícil encontrar alguien con quién toda nuestra edificación de nosotras mismas calce o se lleve bien.
Además le estoy sumando astrología a estas observaciones. Pero eso me lo guardo porque aún se muy poco.
--------
Estoy casi viviendo en la universidad que me vio durante varios años. A veces me siento ahogada de tanto recuerdo, pero lo bueno es que me siento más libre ahora de andar por todos lados, porque nadie me conoce. O casi nadie.
--------
Espero que la vida les esté llevando a buen ritmo.
Besitos.
18.3.19
Inundación
Nuevamente vuelvo aquí ante mi incapacidad momentánea de lidiar con la crudeza del mundo.
Todo lo que yo he encontrado significativo en esta vida parece a veces no importar a la marea de acontecimientos, y a las personas que habitan este mundo.
Creo que a todos nos pasa, ¿no? Que a veces la vida es demasiado y necesitas vías de escape.
Dormir, escuchar música (alegre, maniática, o triste, a gusto del individuo), salir de tu casa a pasear, irte de viaje (largo o corto, interior o exteriormente), drogarte, alcoholizarte, bailar sin parar, tener sexo (o bien hacer el amor), masturbarte, gritar como loca, culpar a alguien, abrazar a alguien, llorar con alguien, llorar sola, aislarte de toda interacción (virtual o física), escribir. Escribir luego de haber intentado muchas de las otras opciones aquí escritas, o no escritas. En eso estoy.
Hay más respuesta que ser fuerte y aguantarlo todo, acaso?
Sinceramente agradecería si algún@ lector@ me respondiera a esto con su experiencia o punto de vista. Como que lo necesito. Un diálogo, alguna palabra iluminadora de alguien que agarre sus atados de manera distinta que yo.
La salida es siempre a través del problema?
Debemos todos tener un temple siempre lleno de dignidad, de consecuencia, de templanza, de sobriedad, y de calma?
Me están pasando cosas complejas. Siento que la vida realmente te va probando. Que algo se acuerda de todas las sentencias que has hecho, de todos los deseos que has pedido al viento, y te los devuelve, aplastándote. Obligándote a oír una voz que parece decirte: ¿No querías tanto esto? Hazte cargo.
Hacerse cargo. Pero es que rara vez alguien se hace cargo. Al menos eso me parece ver a mí, que muchas personas toman decisiones aleatorias, o que van viendo cómo se va dando todo, dejándose llevar. Sin hacerse cargo de consecuencias. Incluso reclamando por ellas. Es acaso eso lo que estoy haciendo? Alargando un quejido al infinito?
Recuerdo que me parece valioso hacer lo que a una le parezca bien. Después de todo la vida es de una. Eso me consuela un poco. Que puedo justificarme a mí misma sintiendo que puedo y quiero cumplir mis sueños, ir hacia ellos. Y que lo que hago, incluyendo los problemas que se generan a partir de lo que hago, son parte del camino a ese sueño. El camino que nunca se acaba.
Pero es que soy frágil. Más de una persona me ha dicho que yo soy fuerte, mental, emocional y físicamente... yo no estoy tan segura de eso.
También recuerdo que el trabajo nos hace bien, y que nos empodera y nos libera. Ya sé, no nos libera de lo esclavizante que es el trabajo actualmente. Pero sí nos da un sentido de auto-valor. De poder tomar decisiones por una misma. Y eso también me consuela.
Hay algo en mí que nunca ha aceptado esta realidad. Es como una pesadilla que no se acaba. Que cada cierto tiempo regresa, un abismo que llama. Y que me quita fuerzas. Fuerzas que ahora necesito con urgencia.
No quiero despotricar contra el mundo, ni contra nadie en especial. No hoy.
Necesitaba liberar un poco de presión, que estoy bajo mucha.
Abrazos, estimad@s.
22.2.19
Caedere a sí (el aturdimiento que te deja insensible aunque no quieras)
Hace un par de semanas se suicidó un hombre que vivía más o menos cerca de mí.
La gran impresión que esto produjo en mi interior no pudo sino impulsarme dolorosamente a escribir algo, porque no tenía otra forma de lidiar con eso. O eso sentí.
Qué ínfimos somos en este espacio gigantesco en el que se nos concedió la vida.
En un mundo -y un universo- que opera bajo leyes que no alcanzamos realmente a asir, dada su tremenda magnitud en relación a nuestra pequeñéz, y a nuestras adaptaciones alucinógenas a la realidad hostil.
La muerte es la muerte para todos.
Aún con las visiones más diversas, más opuestas. El mundo con su comportamiento "natural" es como una marea que vibra a frecuencias tan altas que no las comprende nuestra ciencia, nuestra civilización.
Aprendemos y heredamos modos de enfrentar mínimamente, y evadir quizá, el hecho de que no tenemos control sobre nada.
La finitud de nuestros pasajeros cuerpos es innegable, y al final ineludible. Creamos una especie de ilusión a la medida de nuestros miedos y a la medida del vacío siempre presente. Pero somos perecibles. Todos los seres corporales, densificados lo son.
Aquel cuerpo se pudre, todos acusan razones e intentan dar significado a la pérdida, a la incertidumbre, al paso que es la muerte.
Queda la habitación vacía, un nombre sin dueño. Un día más, un día menos.
Y el viento arrecia, y la materia oscura sigue allá arriba.
Quedan cicatrices en nuestra alma. Los fantasmas son muy reales.
No se apaga la vida como se apaga una máquina. No hay inteligencia alguna que sea similar a sentir.
Y te quedas sin dormir preguntándote todo, y llorando a alguien a quién no conocías. Porque a través de él lloras a muchos. Incluso a ti misma.
Supongo que algo de justicia hace este escrito ante lo crudo que puede llegar a ser todo.
Cuídense, de verdad.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
Estoy viva y bien jeje Quería dejar algo por aquí.

-
No... a veces no se puede hablar enserio conmigo... --¡Hoy lo hice! ... en cualquier momento empiezo a vivir.-- "M, me parece que...
-
¿Qué se necesita para que una pareja prospere? Acaso una paciencia inagotable para todas las peripecias que no nos gusten cuando el ti...